El derretimiento de los polos está frenando la rotación de la Tierra
El cambio climático continúa dejando su huella en fenómenos cada vez más inesperados y abarcadores. Un estudio publicado en Nature y dirigido por Duncan Carr Agnew, de la Universidad de California en San Diego (EE.UU.), revela que el aumento del deshielo en Groenlandia y la Antártida está influyendo en la velocidad de rotación de la Tierra, haciéndola girar más lentamente.
Este descubrimiento tiene implicaciones significativas para la coordinación de la hora mundial y plantea nuevos desafíos para sincronizar los relojes atómicos con la rotación del planeta. El tiempo Universal Coordinado (UTC), utilizado como referencia para una variedad de actividades en todo el mundo, se basa en relojes atómicos (TAI) ajustados según la velocidad angular de la Tierra (UT1), que está en constante cambio.
Históricamente, los segundos intercalares han sido añadidos ocasionalmente para mantener la sincronización entre el UTC y la rotación terrestre. Sin embargo, el estudio de Agnew sugiere que la influencia del deshielo polar podría haber requerido un segundo intercalar negativo hacia 2026, aunque este evento se retrasará unos tres años debido al impacto del deshielo en la velocidad de rotación de la Tierra.
El aumento del deshielo en el Ártico, como resultado del calentamiento global, ha llevado a una transferencia de masa desde los polos hacia el ecuador, lo que ralentiza la rotación de la Tierra. Si bien este retraso proporciona más tiempo para abordar los desafíos técnicos asociados con un segundo intercalar negativo, subraya aún más el impacto del cambio climático en los sistemas terrestres.
Aunque algunos podrían ver este cambio como un efecto «positivo» del cambio climático en términos de coordinación del tiempo, Agnew advierte contra esa interpretación. «Creo que considerar positivo el calentamiento global por su efecto en el cronometraje es como mirar un lago contaminado y considerarlo positivo por sus interesantes colores», señala.
Este estudio no solo destaca la compleja interacción entre el cambio climático y los sistemas terrestres, sino que también subraya la necesidad de abordar los desafíos prácticos y conceptuales que surgen cuando el mundo natural y el humano se encuentran en un estado de constante cambio.